(Jessica Castrillón)
A la que la vida vive y el fin busca,
La solitaria intencional, la de ausencias sangrantes.
Esa que huye sin su cuerpo y le hace el amor a un susurro.
La andante sobre brasas del adiós,
La pequeña niña abandonada en la borrascosa senda en conticinio.
La mujer de ojos aguados en la cima y en el fondo…
Saltimbanqui, cazadora.
Con el don de las de las dagas verbales y las caricias francas.
Yo, la culpable del somnífero en tu copa, la del sarcasmo gestual y gritos de Erinia.
Erase una vez Yo... y ahora más que nunca
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