jueves, 14 de julio de 2011

Platónica

Se me escurre la palabra navegante, 
la daga al inherente deseo cae en manos ajenas, 
los destellos oculares se disuelven en lo prohibido y tocan la pierna bajo la mesa...
La tengo en la noche, en la distancia de lo profano 
sangrando letras, llorando calmas, sudando muerte. 

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